Rechaza al proyecto Conga.

¡ IMPONER EL PROYECTO MINERO CONGA SIGNIFICA ENTREGUISMO, SAQUEO, CORRUPCIÓN Y ATENTADO CONTRA NUESTRA SOBERANÍA !. ¡ EL PUEBLO DIGNO EN LAS CALLES OTRA VEZ, LA LUCHA ES EL CAMINO EN DEFENSA DE LA VIDA Y EL MEDIO AMBIENTE!

martes, 18 de abril de 2017

La hipocresía de la OEA

Por Olmedo Beluche

A Estados Unidos, a la OEA y la mayoría de sus gobiernos corruptos les importa un rábano la democracia en Venezuela, lo que se demuestra con el doble rasero moral que usan mirando para otro lado ante mucho más graves violaciones a los derechos humanos que pasan en nuestro continente a diario. Lo que quieren es someter a un gobierno que no obedece las órdenes de Washington y que tiene mucho petróleo.

La OEA, Almagro y el gobierno de Panamá, quienes han mantenido un silencio cómplice frente al golpe de estado contra la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff; quienes callaron frente a los golpes de estado contra Fernando Lugo de Paraguay y Manuel Zelaya de Honduras, con su secuela de muertos, pretende condenar a ahora a Venezuela.

Los gobiernos de la OEA que no dicen nada frente al asesinato sistemático de cientos de defensores de derechos humanos en Colombia y Honduras; quienes son mudos ante el fraude electoral en Haití; gobiernos desprestigiados como el de Peña Nieto de México, que son cómplices de crímenes contra la humanidad, como la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa; ahora pretenden avalar a la derecha golpista de Venezuela.

¿Con qué moral presidentes como Juan C. Varela pretenden dictarle pautas "democráticas" a Venezuela, si acaban de utilizar la fuerza militar ("Águila") para expulsar a 600 humildes familias precaristas de un terreno baldío que tomaron a falta de soluciones habitacionales para los pobres? ¿Con qué desfachatez va a hablar Varela de libertades democráticas a Venezuela, si en ese "operativo" la policía panameña golpeó y arrestó a dos jóvenes periodistas y las tuvo retenidas por más de 12 horas sin cargos?

El imperialismo norteamericano y la derecha venezolana, han intentado liquidar desde el principio el Proceso Bolivariano, nacido de la lucha de su pueblo contra los gobiernos neoliberales y lacayos de EE UU de los años 70 y 80. Primero intentaron un fracasado golpe de estado en 2002 contra Chávez,  luego vino su prematura y sospechosa muerte.  Fallecido el líder, el gobierno yanqui y la derecha venezolana creyeron llegado el momento de liquidar el proceso tumbando a Nicolás Maduro recurriendo a todo tipo de métodos: sabotaje económico, acciones terroristas, bloqueo legislativo, etc.

En la medida en que la derecha venezolana, agrupada en la llamada Mesa de Unidad Democrática (MUD) no ha logrado su objetivo de derribar al presidente Maduro, ni forzar elecciones anticipadas, ni un referéndum revocatorio, ha apelado a la ayuda del gobierno yanqui y la OEA para que culpe a Venezuela de la ruptura de su Carta Democrática y así justificar un golpe de estado militar, al que ha llamado descaradamente el opositor Enrique Capriles, o a una intervención militar extranjera.

Al gobierno de Maduro le caben muchas críticas por la forma en que, por acción u omisión, ha gestionado la crisis, en particular el desabastecimiento de alimentos y medicinas, y el combate a la corrupción, que afectan gravemente al pueblo venezolano. Principalmente por hablar de "socialismo" mientras avala un sistema capitalista de especulación cambiaria, la fuga de capitales, la importación y acaparamiento privado de alimentos, etc.

Pero es al pueblo de Venezuela soberanamente al que le corresponde decidir el futuro de quién debe gobernarle, y no a una intervención extranjera, ni a la OEA. Veamos el triste ejemplo de Panamá con la invasión de 1989 que no nos trajo ninguna democracia sino un régimen oligárquico corrupto.

EN VENEZUELA ESTÁ EN JUEGO LA SOBERANÍA DEL PAÍS.

Gustavo Espinoza M.

Mucho se ha especulado acerca de lo ocurrido en los últimos días en la Patria de Bolívar. Los voceros del Neo liberalismo y los acólitos del Imperio, a una sola voz, han denunciado un presunto “Golpe de Estado” y lo han atribuido al Gobierno Bolivariano. Algunos segmentos oportunistas de la “izquierda” se han sumado a esa grita vocinglera clamando por el “respeto” a la “legalidad democrática”, como si ella estuviese encarnada en los hampones que dirigen la llamada “Mesa de Unidad Democrática”, algunos de los cuales hoy están encarcelados por sus crímenes.

No ha habido, ciertamente, ningún “golpe de Estado” en Venezuela. Lo que ha habido -y aún hay- es un parlamento sedicioso que -siguiendo la pauta trazada en Honduras, Paraguay y más recientemente Brasil- busca “vacar” al Presidente de la República y poner fin a un proceso de cambios inspirado en los más altos intereses del pueblo venezolano. El propósito declarado por los facciosos no es “restaurar” ninguna democracia, sino imponer a rajatabla un “modelo” neo liberal como el que representara en su momento Pinochet, en Chile, Videla en Argentina y Fujimori en el Perú; contando para ello con el apoyo desembozado de Washington y con la beneplácito del Fondo Monetario y el Capital Financiero. En esa línea, buscan acabar con todas las medidas progresistas del gobierno, aplastar al pueblo venezolano, y apoderarse del petróleo y las riquezas básicas de ese país en provecho del Imperio.

...
Ha habido quienes, en esa hora dramática, han creído que Venezuela caería abatida por la agresividad del Imperio. En ese cálculo, buscaron “tomar distancia” del proceso bolivariano y se sumaron aviesamente a la prédica reaccionaria de la “prensa grande”. Se equivocaron, por cierto. La fortaleza caraqueña no cayó, y más bien signó nuevamente el fracaso de sus detractores.

A ellos debemos decirles claramente que estamos ante una hora de definiciones. Y que los cálculos oportunistas que aconsejan “posiciones intermedias” están condenadas a la derrota, incluso en el hipotético caso de un supuesto colapso del proceso liberador que hoy remece a la Patria de los Libertadores. Una “caída” de Maduro, como la “caída” de Allende en Chile, no implicaría un fracaso del proceso en marcha, sino tan sólo un traspié circunstancial y transitorio que no perdonaría a sus detractores como no perdonó tampoco en Chile a quienes se sumaron -por acción u omisión- al Golpe Fascista del 73 en la Patria de Neruda.

Cuando se juega el destino de un pueblo, no hay lugar para las “posiciones intermedias”, para la vacilación, ni el acomodo. Se trata de defender trincheras revolucionarias, y eso hay que hacerlo como lo exigía José Carlos Mariátegui: “sin reservas cobardes”... 

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MÁS ALLÁ DE NUESTRAS NARICES

Escribe: Milcíades Ruiz

Las empresas mediáticas utilizan la prensa como instrumento de dominación. A través de ella nos llevan de las narices para ver, leer y escuchar aquello que nos ponen delante. Utilizan medias verdades para propalar noticias que distorsionan la realidad y nos azuzan como perros amaestrados. Estimulados por reflejos condicionados actuamos precisamente como dichos medios desean que nos comportemos políticamente. Nos hacen sufrir, entramos en cólera, nos indignamos, marchamos en protesta manipulada y hasta aplaudimos a nuestros opresores.

Ayer jueves 30 de marzo del 2017, las empresas mediáticas ordenaron a sus trabajadores periodísticos suprimir gran parte de las noticias sobre la dramática situación peruana por los desastres meteorológicos para propalar una noticia malintencionada con mucho de falsedad sobre la situación política de Venezuela con titulares falsos como: “Golpe de Estado contra la Democracia”, “Maduro disolvió el Congreso”, etc. Inmediatamente mandaron a sus reporteros a buscar la boca de todos los políticos con influencia para dar mayor manizuela a sus propósitos mediáticos.

Fue a causa de una sentencia del Poder Judicial de Venezuela sobre un litigio por el desacato del Parlamento a desaforar a tres de sus miembros tras comprobarse su acceso por fraude electoral. Ante este reiterado desacato, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, dispuso suspender las facultades legislativas de dicho organismo en tanto cumpla con la orden judicial de desaforar a los parlamentarios ilegales, asumiendo temporalmente este tribunal la situación creada hasta que la Asamblea Nacional convoque a sesión, acate la sentencia de desaforo y llame a elección de la Nueva Junta directiva. De momento, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo asumirá el rol del legislativo del país.

Pero tan pronto se dio la noticia concertada por la derecha continental, salieron al escenario para sumarse al carga montón, los líderes del Frente Amplio haciendo coro político con Vargas Llosa, Keiko, Alan García, Luz Salgado y otros derechistas rabiosos mientras que quien dijo que América Latina para EE UU “es un perro simpático que está durmiendo en la alfombra y no genera ningún problema”, retiraba nuestro embajador en Venezuela.

Verónika Mendoza de Nuevo Perú dijo que “La resolución del Tribunal Supremo de Justicia rompe el equilibrio democrático en Venezuela”, mientras que Marisa Glave afirmó: Si condenamos el 5 de abril porque fue un golpe de Fujimori a la democracia, no podemos cerrar los ojos ante lo que acaba de ocurrir en Venezuela”,… “la decisión de ese tribunal desconoce en el fondo la voluntad popular expresada libremente en las urnas

Por su parte, el congresista Arana, vocero de la bancada del FA declaró que lo ocurrido en Venezuela “apunta a fortalecer un comportamiento y una actitud sin duda autoritaria y dictatorial”, reiterando su rechazo al régimen de Maduro. Sea como fuere, podríamos preguntarnos: ¿Es correcta la actitud de la dirigencia del Frente Amplio? ¿Y si estuviéramos en la condición de gobernantes, acosados por la derecha continental y con un parlamento en oposición actuando en comparsa con el imperialismo?

No soy bolivariano ni seguidor de Maduro pero de allí a pasarme al lado contrario en beneficio de los enemigos del pueblo jamás. ¿A quién defienden los que están con la oposición venezolana: a los campesinos, a los pobres? ¿Quiénes sufrirán las consecuencias de las represalias de la OEA y las sanciones económicas contra un gobierno popular? ¿Serán los pitucos venezolanos o el pueblo trabajador? ¿Se ha olvidado lo que pasó con Cuba revolucionaria cuando era acosada por la gusanera pro yanqui?

Muchos militantes de izquierda que siguen a los líderes y lideresas del Frente Amplio quizá repitan la condena al gobierno de Venezuela pero si hay algo de sinceridad quizá no están conformes con estos ataques al gobierno venezolano. Hay gente lúcida en la izquierda que podrían ayudarnos a entender estas actitudes y quizá yo sea el equivocado en estas apreciaciones. Pero en todo caso, siempre debemos estar atentos a que las empresas mediáticas no nos desvíen la atención y nos desconcentren de la problemática nacional.

Estamos en una situación crítica agravada por los desastres del calentamiento planetario en nuestro país. La moral nacional está por los suelos y aunque se pide rodar cabezas para aplacar la ira por la corrupción, el problema no se resuelve en lo personal. La corrupción está institucionalizada y se requiere de una reforma estatal radical para extirpar el mal. Sobre esto debe debatir la izquierda y plantear alternativas.

Así mismo, estamos pasando por una situación de emergencia climática que nos hace perder de vista todo lo demás. Pero esta situación siendo pasajera, trae consecuencias muy graves para la población más indefensa. No se habla de la situación en que se encuentran los campesinos que han perdido su única fuente de ingresos. Al 29 pasado INDECI ha registrado  35.597 hectáreas de cultivos afectados  y al menos 13.197 hectáreas de cultivo perdidos. Huancavelica es la región más afectada con 7.709 hectáreas afectadas y 1.116 hectáreas perdidas. 

Este es el momento en que más se necesita de la presencia de los grupos de izquierda que se identifiquen con las necesidades de los damnificados. La derecha está aprovechando nuestra inacción con miras a las elecciones del próximo año.

Sería bueno que pudiéramos reunirnos para reflexionar y buscar soluciones. Salvo mejor parecer.

Marzo 2017

Otra información en https://republicaequitativa.wordpress.com/

ARREMETIDA CONTRA EL GOBIERNO DE VENEZUELA

Escribe: Wilder A. Sánchez Sánchez

El 6 de diciembre del 2015 los 18 partidos de derecha y ultraderecha de Venezuela agrupados en su frente político Mesa de la Unidad Democrática (MUD)ganaron por abrumadora mayoría las elecciones legislativas, obteniendo 109 de un total de 167 escaños en la Asamblea Nacional (así se llama el Congreso o Parlamento). Se cuestionó por fraudulenta la elección de 3 diputados del Estado de Amazonas, por lo que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) prohibió la proclamación de éstos; pese a esta prohibición la oposición los juramentó por mero cálculo político, pues con ellos lograba mayoría calificada (2/3 partes de la Asamblea = 112 de un total de 167 diputados), lo que le daba nuevas atribuciones, entre ellas derogar leyes orgánicas.  Por tomar esa decisión el TSJ declaró en desacato a la AN y señaló que sus decisiones eran nulas mientras continuara en esa situación; esto implicaba que la derecha tenía la opción de rectificar, cosa que no hizo hasta el pasado 9 de enero.

Gracias al control de la Asamblea Nacional la oposición venezolana ha utilizado a este órgano del Estado, no para legislar sino para torpedear al Poder Ejecutivo y forzar la salida o el derrocamiento de Nicolás Maduro, que es el objetivo declarado inmediato no sólo de la derecha de ese país sino de toda la derecha de América Latina y del imperialismo (recuérdese la Orden Ejecutiva de Obama del 9 de marzo del 2015 – que sigue vigente – que declara a Venezuela como “amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y la política exterior de Estados Unidos”).  Así, a pesar de que la destitución por juicio político en el parlamento no está contemplada en la Constitución, el martes 25 de octubre del 2016 la derecha venezolana inició en la AN un juicio político al Presidente Maduro, aunque luego el propio Henry Ramos Allup tuvo que admitir que esa figura no iba a ser posible.  Al darse cuenta de esto, la derecha buscó otra figura y nombró una comisión para “evaluar la posibilidad de que declare el abandono del cargo por el Presidente de la República”, quien acababa de regresar ese día de una gira relámpago por los países de la OPEP y no OPEP buscando la estabilización y recuperación de los precios del petróleo.

A sus acciones golpistas desde el parlamento, la MUD acompañó acciones de masas y convocó a una “toma de Venezuela” para el 26 de octubre, a una huelga general para el 28 del mismo mes  y a una marcha hacia el Palacio de Miraflores para el 3 de noviembre con el fin de entregar una “carta de destitución” al Presidente (y, presumiblemente, tomar el Palacio de Gobierno).  El golpe de Estado derechista fracasó, no sólo porque la MUD no pudo concentrar las fuerzas que aspiraba sino fundamentalmente porque las clases populares salieron masivamente a las calles en defensa del Gobierno y de las conquistas de la Revolución Bolivariana. (Véase el artículo “El golpe que no fue”, publicado el 5/11/2016 en la web venezolana Aporrea:https://www.aporrea.org/actualidad/a236663.html).

En un nuevo capítulo del golpe de Estado continuado, el lunes 9 de enero del año en curso la derecha y ultraderecha aprobaron por 106 votos en la Asamblea Nacional ladeclaración (falsa y absurda en lo jurídico y lo político) de abandono del cargo por parte del Presidente de la República; previamente acordaron la desincorporación de los tres diputados de Amazonas, en un intento de anular la causal de desacato.  Sin embargo, toda la población de Venezuela sabe (y a nivel internacional también) que desde que asumió su mandato Maduro no ha dejado ni un día de ejercer sus funciones gubernamentales y de Jefe de Estado (al margen de que las ejerza bien o mal).

La  noche del miércoles 29 de marzo la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia emitió la Sentencia 156, uno de cuyos puntos decía textualmente: “mientras persista la situación de desacato y de invalidez de las actuaciones de la Asamblea Nacional, esta Sala Constitucional garantizará que las competencias parlamentarias sean ejercidas directamente por esta Sala o por el órgano que ella disponga, para velar por el Estado de Derecho”.  Inmediatamente, los medios de prensa burgueses de todo el mundo, el Secretario General de la OEA, varios gobiernos y políticos de derecha de América Latina empezaron a repetir a voz en cuello la acusación de Henrique Capriles Radonsky, María Corina Machado y otros derechistas que en Venezuela se había producido un autogolpe de Estado; para desinformar aún más a la opinión pública mundial, muchos políticos y periodistas han tenido, incluso, el descaro de acusar y propalar la doble falsedad de que “Maduro disolvió la Asamblea Nacional”, tergiversando los hechos, pues ni el presidente de Venezuela fue el autor de la sentencia, ni la sentencia del TSJ disponía la disolución de la AN sino el retiro temporal de sus competencias.

Al conocer la sentencia del TSJ y el Pronunciamiento de la Fiscal General Luisa Ortega Díaz, considerando que las sentencias del TSJ violaba el orden constitucional y el modelo de Estado, el Presidente Nicolás Maduro convocó a una sesión urgente del Consejo de Defensa de la Nación para resolver el impase entre los poderes del Estado. El Consejo, presidido por Maduro, se reunió el 31 de marzo y exhortó al TSJ a revisar las decisiones 155 y 156.  El 1 de abril el Tribunal Supremo de Justicia restituyó la inmunidad parlamentaria a los diputados y suprimió, de la sentencia 156, el texto señalado más arriba.

Reacciones en el Perú.

El régimen de Kuczynski, que viene conspirando desde el año pasado, al igual que Almagro desde la OEA, para que a Venezuela le sea aplicada la llamada Carta Democrática, retiró al Embajador del Perú en ese país.  Los grandes medios radiales y televisivos dieron amplia cobertura a las declaraciones de Capriles Radonsky, Corina Machado y otros connotados dirigentes de la oposición venezolana, quienes pintaban la situación en su país no sólo como de autogolpe de Estado sino como de caos total y hambruna popular.  Es que la derecha de ese país es copartícipe del plan diseñado por el Pentágono, uno de cuyos puntos busca y pretende justificar la intervención y ocupación militar de Estados Unidos y otros países en Venezuela utilizando el argumento de una supuesta “crisis humanitaria”. Para lograr una opinión pública internacional favorable a tal ocupación, al derrocamiento y al cambio del régimen venezolano por otro que sea afín a los intereses hegemónicos de Estados Unidos existe desde hace algunos años una campaña constante de todos los medios al servicio del imperialismo que insiste casi a diario en el desabastecimiento, las colas, la falta de medicinas, la supuesta hambruna y toda clase de problemas, exagerándolos e incluso inventándolos, a la vez que callan los aciertos y mejoras en favor de la población. Para tener una idea de lo que implicaría tal intervención, téngase en cuenta el reciente ataque militar ordenado por Donald Trump contra Siria, que presenta como “operación castigo” contra el Gobierno de ese país, acusándolo falsamente de haber utilizado armas químicas contra su propia población (y, esto, a pesar de la presencia militar rusa en Siria).

Pero no sólo el Gobierno y los partidos de derecha arremetieron contra el Gobierno venezolano sino también la dirigencia del Frente Amplio.  Verónika Mendoza, ex candidata presidencial de la agrupación, consideró que la resolución del TSJ rompía el equilibrio democrático y que era hora de escuchar al pueblo venezolano para “recuperar la democracia y relanzar el proceso de transformación social”.  Por su parte, Marco Arana, líder de Tierra y Libertad (partido integrante del FA), concedió entrevistas a varios medios escritos, radiales y televisivos y fue más lejos: “en Venezuela lo que hay ahora es una ruptura del orden constitucional, una ruptura de la posibilidad de encontrar una salida democrática; es una dictadura”; abiertamente pidió la intervención de la OEA: “los países hermanos y los presidentes de la República en América Latina deberían acudir a la OEA para encontrar garantías y solución a esta injerencia del Poder Judicial sobre el Legislativo, que es inaceptable” (América Televisión).

De los políticos y periodistas de derecha del Perú no llama la atención su posición sobre los sucesos en Venezuela, que, en general, es la misma que la de la derecha venezolana y que obedece al plan del Pentágono para aislar al gobierno, derrocarlo y conseguir el cambio de régimen en ese país.  Pero, con respecto a lo expresado por los dirigentes de un sector de la izquierda peruana, cabe la reflexión: si la preocupación de los líderes del Frente Amplio por la democracia en Venezuela es sincera, ¿por qué no condenaron el intento de destitución al presidente de ese país por parte de la oposición parlamentaria, a fines de octubre e inicios de noviembre del año pasado, y tampoco el absurdo acuerdo de “abandono de cargo” del 9 de enero de este año? (sólo por mencionar dos de las varias intentonas golpistas de la oposición utilizando el parlamento). Yendo más atrás: ¿cuál fue la posición de los dirigentes del FA con respecto al plan golpista insurreccional violento “La Salida”, que incluyó las llamadas “guarimbas” y acciones terroristas, que encabezaron Leopoldo López, María Corina Machado y el entonces alcalde de Caracas Antonio Ledezma durante el primer semestre del 2014, que dejó un saldo de 43 muertos y 800 heridos, la mayoría de ellos chavistas?  Y si extendemos a América Latina: ¿por qué Marco Arana no condenó el golpe de Estado contra el Presidente Manuel Zelaya de Honduras, ocurrido el 28 de junio del 2009, ni la destitución de Fernando Lugo en Paraguay, el 22 de junio del 2012, ni de Dilma Rousseff en Brasil, el 1 de setiembre del 2016?; ¿qué autoridad moral tienen los mandatarios usurpadores que salieron de estos golpes de Estado, ni el lobista Kuczynski y otros gobernantes neoliberales y corruptos de América Latina para intervenir o dictar desde la OEA “pautas democráticas” a Venezuela, en donde existe no sólo democracia representativa sino participativa y protagónica de los sectores populares?

¿Por qué la Cancillería peruana y el régimen de Kuczynski no retiró al Embajador del Perú en Brasil cuando fue destituida injustamente la Presidenta Dilma Rousseff? ¿Por qué todos los que han denunciado autogolpe en Venezuela no se rasgaron las vestiduras saliendo a hablar de defensa del estado de derecho, ni pidieron la intervención de la OEA ante el golpe de Estado en Brasil, ni cada vez que la derecha ha intentado dar un golpe de Estado al Gobierno de Venezuela?  En el hipotético caso de que la mayoría fujimorista en el Congreso acordara la vacancia de PPK por incapacidad o por cualquier otro motivo, ¿acaso no dirían que es un golpe de Estado?

De todo lo expuesto más arriba no debe inferirse que el gobierno de Nicolás Maduro esté marchando muy bien, sin desaciertos.  Tanto al interior de Venezuela como en el exterior, varios analistas de las filas revolucionarias no lo cuestionan por supuesto dictador sino, por el contrario, por blandengue, por pseudosocialista (socialdemócrata), por no romper y acabar de una vez (expropiar) el poder económico de la burguesía y avanzar hacia el socialismo y el ecosocialismo, de acuerdo al Plan de la Patria legado por Hugo Chávez, así como también por no depurar de las filas gubernamentales a funcionarios corruptos.  Sin embargo, corresponde al propio pueblo venezolano, a las fuerzas integrantes del Gran Polo Patriótico y al propio Gobierno tomar las medidas correctivas.