Claudio Pulgar Pinaud
Rebelión
La “alianza del pacífico” es una
iniciativa de integración económica nacida en 2011 entre 4 países
latinoamericanos: Chile, Perú, Colombia y México. Todos con gobiernos
conservadores y/o neoliberales y con declaradas simpatías por los tratados de
libre comercio. Esta “alianza del pacífico neoliberal” nace para hacer un
contrapeso a las otras iniciativas de integración de tintes “bolivarianas” o
del cono sur, que habían comenzado a dominar el continente, como el ALBA
(Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) que nace en 2004 y en
el que participan Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua, Dominica, Ecuador,
Antigua y Barbuda, San Vicente y la Granadinas y Santa Lucía.
El ALBA había aparecido como
respuesta directa al ALCA (Acuerdo de Libre Comercio de las Américas) comandado
por EEUU, y fracasado en su intento de crear la mayor área de libre comercio
del planeta. Otra alianza es el Mercosur, más antigua, pero con un papel
preponderante de Brasil y Argentina, además de Paraguay y Uruguay. Recientemente
se ha oficializado el ingreso a esta última de Venezuela, originándose un
importante cruce y complementariedad entre el ALBA y el MERCOSUR. Hace pocos
días además se ha firmado un tratado entre el ALBA y Petrocaribe, que es un
mecanismo de integración petrolera conformado por Antigua y Barbuda, Bahamas,
Belice, Cuba, Dominica, Granada, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, Nicaragua,
República Dominicana, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas,
Santa Lucía, Surinam y Venezuela, incrementando así la influencia “bolivariana”
en la región.
Al mismo tiempo que se creaba la
“alianza del pacífico” en 2011, comenzaban a hacerse visibles procesos de
resistencias a las políticas neoliberales dentro de sus países miembros. Estos
movimientos venían cultivándose desde hace varios años, pero fue el año 2011 el
que los hizo cobrar un verdadero protagonismo, justo al mismo tiempo que los
gobiernos firmaban la alianza. Numerosos autores han descrito las políticas
económicas de los 4 países miembros de la “Alianza del Pacífico”,
caracterizadas en el extractivismo y en procesos de “acumulación por
desposesión” (de derechos, de empresas públicas, de tierras, de recursos
naturales, entre otros) que tienen sus orígenes en las reformas de ajuste
estructural neoliberales implementadas en los últimos 35 años. Estos procesos
comenzaron en Chile durante la dictadura de Pinochet con sus “Chicago Boys” y
continuaron durante la post-dictadura de la concertación-alianza hasta hoy (Por
ejemplo Chile ha firmado 21 TLCs con 58 países). Estos procesos de “despojos
planificados” han continuado en el México del PRI y del PAN (país que firmó el
primer gran TLCs con USA y Canadá); el Perú de Alan García (2 veces
presidente), Fujimori y Toledo; así como en la Colombia de Uribe y Santos, procesos
incrementados allí por el conflicto paramilitar y los desplazamientos (y
despojos) forzados.
La defensa de los bienes comunes
frente al “despojo neoliberal” en América Latina es el motor de los movimientos
sociales en estos 4 países. Y en especial son 2 ejes son los que guían las
movilizaciones: la defensa de la educación pública (entendida como un bien
común y como un derecho social) y la defensa de los territorios y sus
comunidades (y en contra de grandes proyectos extractivistas, energéticos o privatizadores
de esos bienes comunes).
En Chile desde 2011 el movimiento
social emergió con gran fuerza sobre todo a partir del movimiento social por la
educación pública y gratuita, pero también con el movimiento ambientalista
contra las represas en la Patagonia, contra las termoeléctricas, de los
pobladores y de las regiones, de los mapuches, entre otros. Donde la
reivindicación central ha sido de que no se puede lucrar con los derechos y han
abogado por la defensa de los territorios.
En México el movimiento #YoSoy132
nace en 2012 frente al imperio mediático y contra la elección de Enrique Peña
Nieto (PRI), además en defensa de la educación pública, pero sobre todo de la
democracia. Hoy los maestros primarios (con apoyo de los estudiantes
universitarios) protagonizan las resistencias contra la reforma neoliberal de
la educación pública y al mismo tiempo miles de ciudadanos se manifiestan por
la defensa de los bienes públicos, como la empresa estatal de combustibles
PEMEX en proceso de privatización.
En Colombia el movimiento
estudiantil comenzó en 2011, en paralelo y coordinado con el movimiento
estudiantil chileno, demandando la derogación de la reforma propuesta por
Santos, y defendiendo la educación pública y gratuita. Hace algunos meses el
país fue paralizado varias semanas por el movimiento campesino con el paro
agrario. Luego de un mes de intensas movilizaciones, con el bloqueo de más 40
carreteras, habrían logrado al parecer un triunfo con la posibilidad de
negociar la ley 970 sobre la privatización de las semillas. En esta histórica
movilización se unieron a los agricultores los chóferes de camiones y buses,
los mineros, los sindicatos de trabajadores, el movimiento estudiantil, entre
otros. Tan potente fue la movilización, que el presidente Santos llegó a
decretar toque de queda junto a la movilización de los militares en las
principales ciudades para reprimir el movimiento. La represión dejó como saldo
varios muertos.
En Perú el movimiento
estudiantil, aunque más tímido que en los otros 3 países, también ha salido a
la calles a defender la educación pública. Y el principal movimiento de
contestación ha sido contra los grandes proyectos extractivistas, siendo el más
emblemático el proyecto minero Conga en la región de Cajamarca, pero no el
único. Durante el gobierno de Ollanta Humala la represión a los movimientos
sociales ha sido feroz, con varios muertos por la represión de la policía y el
ejército. PetroPerú, la empresa pública de combustibles está siguiendo la misma
suerte que PEMEX de México, y se pretende privatizar. Ya se vislumbran
movilizaciones en su defensa.
Dentro de todo este proceso de
contestación y fuertes movilizaciones en el Pacífico neoliberal, es posible que
se esté gestando una “alternativa” desde los movimientos sociales a las políticas
neoliberales en el seno de los países “buenos alumnos” del neoliberalismo y
publicitados por el mundo como modelos de crecimiento económico (aunque se
habla menos del crecimiento de las desigualdades). En este proceso tienen la
última palabra los diversos movimientos sociales y políticos de los países
miembros de la “Alianza del Pacífico neoliberal”.
Evo Morales, presidente de
Bolivia reafirmó hace pocos días estas ideas con las siguientes declaraciones:
“la Alianza del Pacífico sería algo así como el nuevo ALCA, ese ALCA que
sepultamos en Mar del Plata, junto a Néstor Kirchner y Hugo Chávez. Todos esos
planes estaban enterrados, hasta que los hicieron revivir tres países de
Sudamérica: Perú, Chile y Colombia. Por supuesto, nosotros entendemos que están
en su derecho, pero también vemos que en esos países están los pueblos más
convulsionados, no solamente contra los presidentes, sino contra sus
políticas”.
(http://www.diarioregistrado.com/internacionales/84204-evo-morales--dudo-que-bachelet-sea-socialista.html)
¿Qué pasará con la política
exterior en el próximo gobierno en Chile? ¿Qué camino de integración regional
tomará? ¿Qué tipo de integración regional prefiere la sociedad chilena y los
movimientos sociales? ¿Seguirán nuestros gobiernos firmando tratados de libre
comercio o pasaremos a una integración regional más compleja y multisectorial
que ponga la cooperación y a las personas como prioridad? ¿Los países de la
alianza del pacífico con sus diferencias y semejanzas es que acaso están
cimentando el camino a una nueva alternativa post-neoliberal, tal como ya la
experimentan otros países en la región desde hace una década?
Según las declaraciones de
Bachelet y sus asesores no habrá un giro de la política exterior, sino que
continuidad, con la excepción que implicaría una recomposición de las
relaciones con “los grandes” del Conosur, Argentina y Brasil, dejados a
maltraer los últimos 4 años, por la preponderancia de la Alianza del Pacífico.
Veremos qué pasa en el Pacífico neoliberal y si los movimientos sociales son
capaces de imponer sus agendas en defensa de los bienes comunes, frente al
libre comercio y los procesos de acumulación por desposesión.
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