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viernes, 14 de octubre de 2011

En defensa de la Amazonía Peruana: sobre la derogatoria de la Ley CORINA.


 José Ramos Bosmediano, educador, miembro de la Red Social para la Escuela Pública en las Américas (Red SEPA, Canadá), ex Secretario General del SUTEP (Perú)

El Congreso de la República del Perú, acaba de aprobar una Ley que deroga la del número 29760 que promulgara, en las vísperas de su salida del gobierno central, el hoy ex Presidente Alan García Pérez, del partido aprista. Es de suponer que, de inmediato, la Ley será promulgada por el actual presidente Ollanta Humala Tasso, ya que sus parlamentarios han sido quienes, con más fuerza,  han impulsado la aprobación del Proyecto de Ley.

La anticientífica Ley CORINA.
La Ley 20760, de fines de julio del 2011, carece de la fundamentación científica que debe tener toda Ley, en este caso, de las referidas a las estructuras geo-ecológicas de la gran cuenca amazónica (de cualquier cuenca que pueda afectarse con una obra física).  La mencionada Ley sólo impone la “necesidad pública” de trasvasar aguas “excedentes” del río Marañón y del río Huallaga, arterias fundamentales en el curso del río Amazonas que se origina y baja desde la Cordillera del Mismi en Arequipa; pero que son, fundamentalmente, dos de los ríos cuyo caudal se alimenta paso a paso, desde sus orígenes en los andes del norte del Perú, manteniendo el equilibrio ecológico muy útil para cientos de miles de comunidades indígenas y campesinas, amén de las poblaciones urbanas de la Amazonía peruana y de los países asentados en la gran cuenca amazónica.



Los geógrafos y quienes están especializados en los estudios de los ecosistemas, si son personas que se deben más a la ciencia que conocen y practican y no a los negocios de las transnacionales de los grandes proyectos carreteros, ferroviarios, hidroeléctricos y de la gran agricultura de riego intensivo para la exportación, debieran de decirnos con claridad que una cuenca no puede alterarse a capricho de los negocios, ni se debe considerar como excedente un supuesto porcentaje de sus aguas, de su humedad y su relación con la correspondiente biodiversidad que genera.  La cuenca amazónica, en su conjunto, es tal y tiene lo que tiene porque su volumen de agua y de humedad, más la temperatura ambiente que posee, origina el equilibrio actual, bastante ya en peligro, precisamente, por la acción irracional e interesada de quienes, desde el gobierno y desde los negocios privados nacionales y extranjeros han venido talando, explotando y envenenado sus aguas, generando, como se sabe el peligrosísimo proceso de disminución de los caudales de los grandes ríos, al tiempo que propician el secamiento de los riachuelos, quebradas y lagunas (cochas) de nuestra Amazonía.

La Ley 29760 maneja el concepto de “aguas excedentes” de los ríos amenazados por el trasvase desde un criterio terriblemente empírico, interesado, vulgar, como si fuera un proceso simple y sin consecuencias río abajo, cuenca abajo, en toda sus extensión.  Para los mentores y ejecutores de la promulgación de esa Ley todo río tiene excedentes, es decir, una proporción de agua que “se pierde” y puede llevarse a otro lugar sin afectar la cuenca.  Y no se trata de un riachuelo, como no lo son los ríos Marañón y Huallaga.  Esta concepción es totalmente contraria a las leyes del equilibrio ecológico conformado por un proceso de miles de años que se pretende alterar sin tener en cuenta la realidad histórica de los sistemas ecológicos.  A los ríos de la Amazonía peruana, y la cuenca amazónica en general, no le sobran aguas, y el excedente del que se pudiera hablar es del agua que llega, finalmente, al mar.  Quitar aguas a los ríos en su propio curso es, pues, generar alteraciones peligrosas en la cuenca, en los habitantes que la pueblan, etc.

Es evidente que, concomitantemente, las poblaciones indígenas originarias de la Amazonía peruana serán parte importante del perjuicio que se pretende originar con el trasvase, y por eso la consulta, si fuese necesaria, debe hacerse también a toda la población amazónica, rural y urbana. Pero tengo la convicción de que la pretendida consulta es improcedente, pues no se puede consultar aquello que es evidentemente perjudicial para todas las poblaciones amazónicas y para todo el Perú, pues la Amazonía peruana es no solamente un pulmón para la vida sino la vida misma y fuente de infinitas riquezas para el futuro si es que la cuidamos y explotamos con racionalidad y justicia.  Si se diera la consulta, estaríamos frente a un derroche de recursos para la campaña a favor del trasvase, y ya se sabe quiénes “invertirán en ese gasto para convencer a un importante sector de las poblaciones amazónicas.

Argumentos y razones de los promotores del trasvase.
  Me ha sido particularmente fastidioso escuchar al gobernador regional (¿para qué un gobernador regional donde hay presidente regional?) de Loreto, de evidente filiación aprista, que esgrime los argumentos más falaces para oponerse a la derogatoria de la Ley del trasvase de aguas “excedentes”.

Arguye que solamente se trasvasará el 1 % de las aguas objeto del trasvase.  En su torcido y retorcido razonamiento, no significa nada para la cuenca, cuando lo que se observa es el conjunto de problemas que ya tenemos con los mencionados ríos y otros debido al efecto del calentamiento global.  Se pretende extraer “solo un poquito” de agua y no ha de ocurrir nada.

Su otro argumento a favor del trasvase es que necesitamos más hidroeléctricas para estar a la altura de países como China, España, etc., sin tener en cuenta que en esos países las hidroeléctricas se construyen sin afectar los ecosistemas, con estudios adecuados o sin perjuicio de devolver las aguas utilizadas al mismo cauce.  En el caso del trasvase propuesto por la ley derogada en el Legislativo peruano, esas aguas no volverían más a su cauce ni a su cuenca.

El tercer argumento es el que genera miedo: sin ese trasvase no tendremos suficiente energía en   el futuro, y la costa norte del Perú no podrá incrementar su producción.  Se oculta el hecho de que hay tecnología moderna para producir energía hidráulica suficiente sin afectar nuestro ecosistema y para obtener agua por otros medios, pero las transnacionales necesitan ganar mucho más con gigantescas obras no importa los efectos que produzcan en los territorios donde operan.  No se tiene en cuenta, además, que hay tecnología para producir energía alternativa, no solamente en la Amazonía peruana sino en las cuencas occidentales del país.

Y finalmente, no podría faltar el argumento demagógico de anunciar que las hidroeléctricas construidas nos producirán más canon y mucha energía interconectada “para nuestro desarrollo sostenible”.  ¡Qué hermoso anuncio!  Mejor, ¡qué ingenuidad interesada!  No importa que la Amazonía pierda el equilibrio ecológico y el ecosistema amazónico se deteriore si con todo eso tendremos más energía y más canon.  ¿Estos dos elementos podrán revertir el deterioro de la Amazonía peruana?.

Pero debe quedar claro que los retorcidos  argumentos del gobernador no son suyos.  Pertenecen a quienes ya tenían en su cartapacio o en su USB todas las ganancias proyectadas al realizar las grandes obras de ingeniería moderna, culminadas las cuales, se irían del país con el bolsillo lleno, no con las aguas del Marañón y del Huallaga, sino con los dólares pagados por el Estado peruano, hasta otra oportunidad.

Final, por hoy
Las autoridades políticas y científicas, además de los maestros, tienen hoy la brillante oportunidad de introducir la pedagogía del conocimiento de nuestra cuenca amazónica para impedir que los cachupines de las transnacionales sigan engañando a la población con sus retorcidos e interesados argumentos, que ocultan los reales intereses del neoliberalismo.
Iquitos, 14 de octubre del 2011

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