Los atropellos de la Newmont en el mundo.
Héctor Béjar
El presidente de Newmont, Richard
O’Brien, ha dicho que si Conga no es viable en rentabilidad, es decir, si los
peruanos no hacen lo que él quiere, se llevará sus capitales a Nevada,
Australia, Ghana Indonesia.
Qué miedo. O’Brien sabe que el
proyecto es rentable en términos económicos. Pero también que no es viable en
términos sociales y ambientales.
Conoce de sobra que no es fácil
operar en otros países. En los Estados Unidos están prohibidas las minas
de tajo abierto en cabeceras de cuenca y las normas ambientales son más
estrictas. En Indonesia, la mina Batu Hijau de la Newmont Nusa Tenggara
enfrenta huelgas con los trabajadores que exigen participación en las
ganancias. Y la Newmont Ghana Gold Limited ha sido denunciada por daños a los
bosques y las personas.
El coronel e ingeniero William
Óbice Thompson fundó en 1916 Newmont, que en castellano significa Nueva
Montana, aludiendo con este nombre al estado norteamericano de las grandes
montañas y llanuras en que nació. En contacto con Woodrow Wilson hizo mucho
dinero con sus primeras minas y se movió internacionalmente apoyando a los
mencheviques de Kerensky en la revolución rusa. La compañía creció protegida
por Roosevelt en los años cuarenta del siglo pasado y se expandió siguiendo a
la industria del automóvil aprovisionándola de cobre, y a la construcción
vendiéndole cemento. Durante noventa años ha explotado oro, cobre, plata, zinc,
litio, uranio, carbón, níquel, petróleo y gas.
Con Yanacocha extrajo sólo en
2010 un millón y medio de onzas de oro que pueden significar mil millones de
dólares. Está dejando grandes agujeros en Indonesia, Australia, Nueva Zelanda,
Ghana y Perú.
Entre el 2011 y el 2012 los
dividendos de sus accionistas se incrementaron en setenta y cinco por ciento y
presume que el precio de la onza de oro pasará de mil seiscientos a dos mil
dólares.
En octubre de 2009, un
escape de cianuro ocurrió en la planta de Ahafo, la mina de Newmont en Ghana.
Con la estación de lluvias, la contaminación se propagó causando muerte masiva
de peces. La población no fue informada a tiempo de los daños que se
producirían. Los líderes de las comunidades Wassa denunciaron a la empresa pero
fueron amenazados o arrestados. Los que traspasan los territorios de la empresa
pueden caer víctimas de los disparos de las fuerzas de seguridad.
A la Newmont se le ha ocurrido
abrir otro gran agujero dentro de la Reserva del Bosque Ajenjua Bepo, en el
Distrito Birim North de Ghana. Ocupará una superficie de dos kilómetros y medio
de largo por un kilómetro de ancho y creará montañas de desechos de sesenta a
cien metros de altura destruyendo setenta y cuatro hectáreas del bosque de la
reserva. Quedará afectado el flujo de agua hacía otros ecosistemas y centros
urbanos. Sus vertederos de ácido tóxico pueden durar cientos o miles de año.
Las partículas de metales pesados dispersadas por el viento se posarán en el
suelo o en los lechos de los cursos de agua, integrándose a los tejidos de los
peces y otros organismos vivos. Nuevas enfermedades y el recrudecimiento de
malaria resultarán de los pozos abiertos y de los charcos de agua estancada en
las zanjas que abrirán en la zona.
Si los proyectos del señor
O’Brien se llevan a cabo, diez mil pequeños agricultores de las poblaciones de Ntotroso
y Kenyasa perderán sus tierras. Miles de personas ya están siendo trasladadas
por la fuerza o con promesas de ayuda técnica para una reinstalación. La región
produce el treinta por ciento de los alimentos de Ghana.
¿Y ustedes creen que todo el
dinero a invertirse es de la empresa? No, es en parte del Banco Mundial, que
canta la canción ambientalista mientras prestó el 2006 a la Newmont ciento
veinticinco millones de dólares a muy bajos intereses para su proyecto de
Ahafo. Eso se llama desarrollo para el Banco Mundial.
¿Queremos ser una república
minera como las bananeras de la United Fruit en la Centroamérica del siglo
pasado? ¿Pretendemos vivir las sobras del oro sucio del Señor O’Brien y otros
capitalistas? ¿Qué pasará cuando la locura del oro termine? Una economía
consistente, respetuosa del ambiente, es lo que necesitamos en vez de parasitar
esta burbuja mundial. El Perú no se atreve a discutirlo.
Fuente: sinpatrones.
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