Los frentes de
defensa y la unidad popular en el Perú: el FDAC y la defensa del agua, la vida
y el medio ambiente en Cajamarca
José Ramos Bosmediano
En solidaridad
con Élmer Campos, valiente defensor de la vida, el agua y la dignidad de
su pueblo, Cajamarca, cuya vida está en
peligro, herido de bala por las fuerzas represivas del gobierno del Presidente
Ollanta Humala Tasso el 27 de diciembre del 2011. Solidaridad con los
dirigentes del FDAC y del pueblo cajamarquino en lucha.
El 6 y 7 de enero del 2012 se
realizaron en la ciudad de Lima dos actividades populares de especial
significación para la lucha actual del pueblo de Cajamarca contra el depredador
proyecto Conga de la minera transnacional Newmont-Yanacocha. El del día 6 consistió en la exposición y
diálogo sobre los argumentos que justifican el rechazo al mencionado proyecto,
exposición a cargo del Dr. Wilfredo Saavedra Marreros, Presidente del Frente de
Defensa Ambiental de Cajamarca (FDAC), y del Profesor Jorge Spelucín, Presidente
del Frente de Defensa de la Provincia de San Marcos. El día 7 se realizó una reunión más
específica para tomar acuerdos conducentes a la realización de una marcha
nacional en defensa de la vida y del agua, desde las provincias a la capital de
la República. En ambas reuniones estuvieron representantes de colectivos
populares, fuerzas políticas de Lima y personalidades que apoyan esa gran lucha
popular. La reunión del día 7 determinó
que la marcha nacional se realizará desde el día 01 hasta el 10 de febrero,
cuya organización está a cargo del Comité Promotor elegido en el evento.
El evento del día 7 concentró su
atención en la organización de la marcha propuesta por el FDAC y asumida por
las organizaciones populares, tanto campesinas como urbanas; mientras que el
certamen del 6 fue un verdadero y fervoroso intercambio de ideas y propuestas
sobre la necesidad de fortalecer y expandir la lucha del pueblo de Cajamarca,
así como sobre la vigencia de los frentes de defensa como una de las
alternativas organizativas y de lucha frente al modelo neoliberal que el actual
gobierno, siguiendo los pasos del fujimontesinismo, del toledismo y del
gobierno aprista, ha decidido aplicar. Tal es la motivación fundamental del
presente texto.
Primera victoria
popular de Cajamarca: la paralización del Proyecto Conga
La exposición de los dirigentes
del FDAC, tan objetiva como fervorosa en defensa de la intangibilidad de la
cabecera de cuenca con todos sus elementos que le convierten en un todo
natural y necesario para la vida
presente y futura de ese heroico pueblo, ha demostrado que la lucha emprendida
por el FDAC ha obligado al gobierno a paralizar la operación de la
transnacional en la mencionada cabecera de cuenca, aun cuando la empresa ya
había paralizado sus actividades frente a la presencia del pueblo en ese
escenario apetecido por los insaciables intereses capitalistas extranjeros y nacionales.
La caída del Gabinete Lérner debe
entenderse también en el marco de la lucha del pueblo de Cajamarca, como el desenlace final de las contradicciones
al interior del gobierno de Gana Perú, entre posiciones moderadamente
antineoliberales y las defendidas por toda la derecha que perdió las elecciones
de junio del 2011, derecha de radical esencia neoliberal que hoy ha impuesto un
Gabinete ciertamente coherente con el programa del fujimontesinismo, encabezado
por uno de los más fervientes portadores de las ideas del “orden” armado, cuya
apología hizo el propio Presidente Humala al invocar la vieja y conservadora
tesis del tutelaje militar de la patria. Este recambio gubernamental no se
hubiera producido en el momento y en la forma como se dio sin la presencia de
la lucha contra el Proyecto Conga, con un gran parecido con el cambio del
Gabinete del gobierno aprista a raíz de la lucha indígena contra el proyecto de
venta de las tierras de la Amazonía peruana.
En el caso actual de la lucha del
pueblo de Cajamarca, esta primera victoria, parcial aún por cierto, es el
producto de la unidad de un pueblo organizado en torno al FDAC con la concurrencia
de sus autoridades municipales y regionales, cuyas atribuciones y competencias
colisionan con la presencia omnímoda de la transnacional que, para justificar
sus privilegios, se convierte también en promotora directa de obras públicas,
competencia que le corresponde al Estado en sus instancias nacional, regionales
y locales. Como no paga los impuestos
que debe pagar, usa una parte pequeña de sus ingentes ganancias para realizar
“obras de desarrollo” en algunos pueblos.
El propio gobierno, sin respetar
las competencias del gobierno regional de Cajamarca, bajo la presión de lucha
popular, ha decidido realizar obras públicas que no estaban previstas, buscando
así el apoyo de ese pueblo. Se trata, evidentemente, de una respuesta
gubernamental no solo desesperada, sino demagógica y de intromisión en los
fueros del gobierno regional y de los gobiernos municipales.
La vigencia de los
frentes de defensa
La noche del 6 se manifestó
colectivamente, entre otras
afirmaciones, la convicción del papel y la vigencia de los frentes de defensa,
pues el FDAC y sus bases provinciales fueron percibidos y definidos
como un modelo de trabajo popular de frente único en torno a los problemas de
interés general, como es, en el caso de Cajamarca, la defensa del derecho humano
al agua para el consumo humano y para las actividades económicas ligadas
directamente a la vida de los pueblos.
Cabe traer, desde fines de los
años 60 y principios de los 70 del siglo XX, el inicio y desarrollo de los
FEDIP en casi todas las ciudades del país, en los que se unían las
organizaciones obreras, campesinas, estudiantiles, magisteriales, barriales,
artísticas, como organizaciones democráticas de frente único para luchar por
objetivos comunes. En esos momentos la
lucha antidictatorial tuvo, en los
frentes de defensa, uno de sus instrumentos más eficaces para unir al pueblo en
torno a un programa común que expresaba las aspiraciones reivindicativas y
democráticas de las masas. Eran una expresión del poder popular, de
organización, deliberación y decisión.
No es casual que todos los
gobiernos de los últimos 40 años hayan declarado su rechazo a los frentes de
defensa, aun cuando se vieron obligados, en determinados momentos, conversar
con los dirigentes para atender los problemas planteados, haciendo algunas
concesiones al pueblo.
El rechazo de los gobernantes de
turno a los frentes de defensa refleja el carácter antidemocrático de las
clases dominantes y de sus instituciones estatales, su miedo al pueblo
organizado, utilizando argumentos falaces como los que hoy esgrime el
militar-empresario Óscar Valdez, el Premier ad
hoc que ha designado el Presidente Humala, como decir que Wilfredo Saavedra
carece de representatividad para el diálogo porque “no ha sido elegido por voto
popular”, argumento que también esgrimen ciertos periodistas, como es el caso
de la conservadora neoliberal Rosa María Palacios desde el diario La República de Lima.
En la ya larga lucha de los
frentes de defensa no pocos pueblos lograron conquistar los derechos al agua
potable, a la luz eléctrica, a la educación básica y superior, a la posesión y
propiedad de la tierra para su vivienda, al cambio de autoridades corruptas y
abusivas, a centros de salud, carreteras y hasta la administración de justicia.
Pero no solamente los gobernantes
se oponen a los frentes de defensa. También
sectores progresistas ven en los frentes de defensa, equivocadamente,
organizaciones paralelas a los sindicatos, sin tener en cuenta que en un país como el Perú, hay sectores oprimidos
no solamente asalariados, sino campesinos, indígenas, profesionales y artistas,
poblaciones urbanas que luchan por
reivindicaciones comunes a los demás sectores, como son los derechos a la
educación pública gratuita, la salud, el trabajo, los derechos
ambientales. Considerar que bastan los
sindicatos para unir a las más amplias masas del pueblo es un error o, en el
peor de los casos, un celo de hegemonía en el campo popular. Fue esta concepción la que jugó un papel
decisivo para que fracasara, a fines de la década de los 80 del siglo pasado,
la Asamblea Nacional Popular que organizamos con 3500 delegados venidos de todo
el país y que tuvo como sede fundacional Villa El Salvador (Lima).
El FDAC y su papel
hoy
¿Por qué el FDAC concita hoy la
atención de un sector importante del pueblo peruano, incluso a nivel mundial, a
tal punto que Wilfredo Saavedra ha sido invitado a un Foro en Brasil? La respuesta es sencilla: este frente ha
asumido un problema, el del agua, fundamental para el país, Sudamérica y el
mundo frente no solamente a la voracidad de las transnacionales mineras, sino a
la ambición de las transnacionales que tienen en su agenda tomar el agua dulce
como un bien de su propiedad para comercializarla a nivel internacional,
proyecto en el cual la Amazonía continental está en la mira.
Sin desmerecer la lucha de los
numerosos frentes de defensa que vienen luchando por reivindicaciones
similares, la del FDAC tiene la particularidad de su enfrentamiento al problema
integral de la minería: no sólo que se declare la inviabilidad del Proyecto
Conga (¡Conga no va!), sino también la necesidad urgente de la zonificación
territorial para clasificar adecuadamente las actividades económicas en función
de la preservación del medio ambiente y, sobre todo, del agua como elemento que
garantiza la vida humana y las actividades directamente relacionadas con la
supervivencia del hombre en cualquier lugar del mundo. Esta visión ha sido brillantemente expuesta
el día 6, visión que difiere de la que manejan las transnacionales de la
minería, sus operadores “ejecutivos” y los propios gobernantes neoliberales que
han decidido un “peritaje internacional” para que la cabecera de cuenca, Conga,
se convierta en un montón de piedras y basura.
Por supuesto que la lucha de los
frentes de defensa no se agota en el problema creado por la minería.
Hay otros problemas en el Perú cuya solución solo podremos lograr a
través de un proceso de transformación, lo que supone la unidad más amplia del
pueblo y su organización política para asumir el poder del Estado. En ese proceso los frentes de defensa pueden
ayudar a dinamizar la organización y lucha de las masas, la formación de nuevos
dirigentes y líderes, especialmente promoviendo la participación de las generaciones jóvenes de obreros,
campesinos, indígenas, intelectuales y estudiantiles.
En el caso del FDAC, su
construcción y su actual unidad han sido facilitadas por la presencia del
movimiento de las rondas campesinas democráticas, cuyo papel en la lucha contra
la corrupción en el poder judicial ha sido importante en Cajamarca, diferente a
las rondas organizadas por el Ejército para enfrentar a Sendero Luminoso y al
MRTA, como aparatos paramilitares.
Lima, 8 de enero del
2012
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