La situación política en el Perú actual, las luchas populares y el rol de los Frentes de Defensa.
El evento que
hoy nos convoca tiene una doble importancia: primero, nos permitirá
sistematizar las experiencias de lucha de los pueblos del Perú, principalmente
de los del interior del país, para enfrentar la voracidad de las
transnacionales que, con nuevas modalidades jurídico-empresariales, están
saqueando nuestros recursos naturales y sobreexplotando los trabajadores;
segundo, nos servirá para reafirmar nuestra posición clara y firme ante la
inminencia de una decisión gubernamental favorable al Proyecto Conga de la
Newmont-Yanacocha. Ambos significados están ineludiblemente relacionados, pues
no es posible asumir la defensa de la cabecera de cuenca del Conga sin tener en
cuenta las numerosas luchas que se vienen dando en lo que va del siglo XXI a lo
largo y ancho del país.
Nos espera,
sin lugar a dudas, un gran reto para que nuestra lucha siga el derrotero de la
defensa de la soberanía nacional, de los recursos naturales, la dignidad
nacional y nuestro derecho a organizarnos para ser escuchados por quienes
gobiernan el Perú actual.
La crisis del mundial del capitalismo y de su modelo neoliberal pretende ser revertido a costa de los pueblos y sus recursos naturales.
Los países
denominados del “primer mundo”, encabezados por la superpotencia imperialista
gobernada hoy por Barack Obama, además de imponer a sus propios pueblos y a sus
trabajadores ajustes económicos y sociales para seguir garantizando las tasas
de ganancia de unos cuantos empresarios que manejan los negocios y la economía
mundial, se han trazado el objetivo de asegurar más su presencia en los países
llamados emergentes para seguir abasteciéndose de materias primas,
fundamentalmente de los productos mineros e hidrocarburos.
Las invasiones
que viene realizando Estados Unidos y las que prepara para el futuro inmediato
son parte de ese objetivo estratégico de apoderarse de los recursos
energéticos, petróleo y gas, mientras, al mismo tiempo, sus transnacionales
presionan para apoderarse de las tierras y las aguas dulces con fines de
producir biocombustibles en gran escala.
En este sentido, el intento de la venta de las tierras amazónicas por el
reciente gobierno aprista fue una de las avanzadillas de las transnacionales
que fue eventualmente derrotada en el 2009, como lo fue también el proyecto
aprista del trasvase de las aguas, supuestamente “excedentes”, de los ríos
Marañón y Huallaga. Para las transnacionales de
las finanzas, los negocios y la industria no existe ningún obstáculo si
se trata de seguir ganando más y más aunque sea a costa de los intereses
nacionales de sus propios socios regionales, como es el caso de los grandes de
la zona Euro que dicen ayudar a Grecia, Portugal, Italia y España con el
otorgamiento de nuevos créditos que servirán para que esos países les paguen la
deuda sacrificando más a los asalariados, pensionistas y restringiendo los
gastos estatales en Educación, Salud y Seguridad Social: ni más ni menos la
misma receta neoliberal que nos enviaron Inglaterra y Estados Unidos a los
latinoamericanos desde fines de la década de los años 80 del siglo XX.
Transnacionales,
como la Telefónica, cuyas ganancias en Europa han disminuido por la crisis, se
han propuesto aumentar sus inversiones en nuestros países latinoamericanos
donde sus ganancias siempre han sido cuantiosas. Coincidentemente, en la reciente reunión de
los más ricos del mundo, algunos gobernantes de los países pobres que
asistieron con mucha alegría al evento de Doha, como el Perú, cual fieles
servidores de los dueños del mundo, pusieron
su respectivo país a disposición de las inversiones de las
transnacionales, como si estas fueran las salvadoras de nuestros pueblos.
El neoliberalismo en el Perú sigue su trayectoria antinacional y antipopular.
Con mucha
sabiduría nuestro pueblo ha logrado derrotar políticamente en el año 2011 a
toda la derecha neoliberal, pero fundamentalmente a su ala más extremista y
corrupta, el fujimontesinismo. El apoyo
a la candidatura del actual presidente de la república, Ollanta Humala, ha
tenido ese significado fundamental. Si
un gran sector de ese pueblo que se jugó y votó por el actual presidente pueda
haber creído que este representaba realmente la “gran transformación” por la
que han luchado siempre los sectores progresistas de nuestra patria, y por los
que seguimos y seguiremos luchando, se ha equivocado, no debe ser motivo de
vergüenza alguna, pues los pueblos, en su lucha por su liberación, van cosechando victorias y derrotas. Por lo demás, quien debería de tener vergüenza
es aquel que se traicionó sus promesas y engaño al pueblo que le dio la
victoria. Hoy estamos aquí,
precisamente, porque esa traición merece la más enérgica respuesta de quienes
defendemos la dignidad del país y estamos comprometidos con la lucha por la
verdadera transformación de nuestro país.
Es ya
irreversible la opción neoliberal que ha adoptado el gobierno del Presidente
Ollanta Humala. Esperar que en algún
momento reasuma su programa de campaña no pasa de ser un triste “sueño de
opio”, como creer que la historia está hecha de buenas intenciones.
Las
transnacionales, que vienen acentuando su dominio en el Perú desde hace más de
20 años como la continuidad del dominio de los enclaves y monopolios
extranjeros a lo largo de toda la vida republicana, siguen siendo las que
determinan la orientación de la economía nacional. Por algo está en el Ministerio de Economía y
Finanzas el señor Luis Castilla, tecnócrata al servicio de las transnacionales,
del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. Viene ocurriendo en el Perú con el presidente
Humala como si hubiesen triunfado Keiko Fujimori, Pedro Pablo Kuzsinski,
Alejandro Toledo y Luis Castañeda Lossio.
Basta decir que se ha recuperado el Lote gasífero 88 porque habría una
expansión del uso doméstico del gas, para darnos cuenta que se busca confundir
el supuesto nacionalismo con la explotación y comercialización de ese producto,
que seguirán en menos de la misma transnacional.
En este
contexto de continuismo neoliberal se produce la lucha actual por la defensa de
nuestros recursos naturales, del medio ambiente, del agua y del derecho al
desarrollo integral y sustentable de nuestros pueblos. El Conga es, por su
actual repercusión y por su naturaleza de cabecera de cuenca, el símbolo de esa
lucha y de enfrentamiento a una de las transnacionales más inescrupulosas que
se ha instalado en Cajamarca. Por algo
la Newmont-Yanacocha viene gastando ingentes sumas de dinero, secundada
por los barones peruanos de la gran minería, para “convencer” a los
cajamarquinos y a los peruanos de su papel benefactor y de hacedora del
progreso y desarrollo de la región. Por
lo mismo que el presidente Humala se haya pronunciado a favor del Proyecto
Conga con su eufemística frase de “el oro y el agua”.
Los pueblos
del Perú están demostrando que la defensa de la patria se define hoy defendiendo los recursos
naturales, como uno de los elementos de su lucha por un Perú nuevo dentro de un
mundo nuevo, como lo señalara el Amauta José Carlos Mariátegui.
Los frentes de defensa siguen siendo los elementos más visibles de la unidad del pueblo.
Cuando el Perú
asistía al desarrollo de un proyecto imperialista que para América Latina había
trazado el gobierno del Presidente John Kenedy durante los años 60 del siglo
pasado con la denominación atractiva de “Alianza para el Progreso”, cuyo
objetivo fundamental era neutralizar la lucha revolucionaria que se convertía
en una tendencia fundamental, en nuestro país, desde fines de esa década fueron
surgiendo las primeras organizaciones populares que articulaban las luchas de
los sindicatos que luchaban por los derechos de los trabajadores, de las
barriadas que exigían servicios básicos en las ciudades, de los campesinos que
buscaban mejores precios para sus productos, de los estudiantes que luchaban
por educación gratuita; en fin, de pueblos enteros del interior del país para
que el gobierno central les garantice agua potable, desagüe, luz eléctrica y
carreteras para integrarse física y poblacionalmente. Esta unidad en la lucha dio origen a lo que
se denominaron los Frentes de Defensa de los Intereses del Pueblo, los FEDIP,
organizaciones de frente único de genuino carácter democrático, una práctica de
democracia directa de masas, deliberativa y ejecutiva. Cajamarca fue una de las regiones donde los
FEDIP se desarrollaron con mucha amplitud, con la presencia significativa de
las rondas campesinas democráticas.
Durante toda
la década de los 70 y gran parte de los 80 los FEDIP se convirtieron en los
referentes organizativos y de lucha del pueblo organizado. Muchos no lo comprendieron o no quisieron
comprender, pues consideraron que la central sindical era suficiente para la
lucha. Pero la fuerza que adquirieron
los FEDIP llevo a la creación, a fines de los años 80, de la Asamblea Nacional
Popular, fundada en Villa El Salvador, una de las barriadas más pujantes de
Lima Metropolitana de aquellos tiempos. La visión sindicalista de aquella
organización y el afán hegemonista de los partidos de izquierda que influían en
su dirección, determinaron su fracaso inmediato. Pero los pueblos siguieron impulsando los
FEDIP, acuciados por las necesidades de la lucha, incluso adoptando
denominaciones diversas pero con el mismo contenido de ser organizaciones de
frente único.
En el momento
actual, los Frentes de Defensa se han convertido en los referentes de la lucha
por la defensa de los recursos naturales, del medio ambiente y del derecho al
desarrollo social de los pueblos del Perú.
Si en el
pasado los Frentes de Defensa enfrentaban el aislamiento y el desprecio del
gobierno central, hoy se organizan para enfrentar a las transnacionales y al
propio gobierno central que ha hipotecado los recursos naturales y los
hidrocarburos, convirtiendo al Perú en el centro de sus inversiones más
rentables en el mundo.
El papel del
los Frentes de Defensa en el momento actual es múltiple:
a)
Desde el punto de vista estratégico, forma parte
de la lucha antimperialista de los pueblos del Perú, por tanto, de afirmación
de la nación como proyecto inconcluso de nuestra república inconclusa.
b)
Desde el punto de vista táctico, de la lucha
política actual, los FEDIP constituyen los elementos más dinámicos para la
unidad del pueblo, de articulación de los sectores organizados para la lucha
democrática y el ejercicio de una ciudadanía verdaderamente popular frente a la
ciudadanía subordinada a las fuerzas políticas de la derecha y de cierta
izquierda, cuyas prácticas clientelistas limitan la acción independiente de las
masas.
c)
Desde una
visión programática, los FEDIP constituyen el baluarte popular de la lucha por
la defensa de la vida del Planeta Tierra en el Perú, no ajenos a la misma lucha
que los pueblos libran en Chile, Ecuador, Brasil, Costa Rica, México,
Argentina, principalmente;
d)
Desde la perspectiva de la lucha del pueblo peruano, los FEDIP representan la
posibilidad de promover la unidad más amplia del pueblo en torno a los
problemas concretos que requieren soluciones también concretas.
Las perspectivas de la organización y de la lucha de los frntes de defensa.
1.
No es posible enfrentar los problemas que
enfrentan nuestros pueblos ante la ofensiva del neoliberalismo sin la presencia
de los frentes de defensa, por tanto, su vigencia, su fortalecimiento y la
preservación de su unidad son indispensables;
2.
La unidad del pueblo en torno a los FEDIP
requiere de un programa que comprometa a las organizaciones integrantes, cuya
representatividad debe garantizarse, pues nada más ajena al carácter
democrático de esos organismos que el individualismo o la presencia con fines
estrictamente electorales;
3.
El programa de los FEDIP surge de las actuales
luchas y de los intereses de las masas organizadas: desarrollo integral y
sustentable, educación y salud para todos, preservación y cuidado del medio
ambiente frente a las transnacionales principalmente, cambios constitucionales
o nueva constitución para garantizar los intereses nacionales.
4.
Hay que tomar los derechos del canon, sobre
canon, regalías y las “obras de desarrollo” de las transnacionales y afines
como elementos que sirven para justificar el saqueo de nuestros recursos
naturales, cuya administración, hasta hoy, solo están sirviendo para seguir
aceptando las condiciones que imponen los intereses imperialistas.
Cajamarca,
30-31 de marzo del 2012.
Por: José Ramos Bosmediano. Ex Secretario Nacional del SUTEP. Miembro de la RED SEPA Perú - Canadá.
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