Cuando empezaba a escribir este
texto el noticiero de “90 segundos”, programa de una de las empresas más
reaccionarias de la TV peruana, anunció que la minera Newmont, dueña de la subsidiaria
Yanacocha, en Cajamarca, estaba por decidir el traslado de sus inversiones a
otros países- Ya en horas de la mañana
la Congresista del Partido Popular Cristiano Marisol Pérez Tello, cuyo jefe y
fundador Luis Bedoya Reyes acaba de ser condecorado por el Presidente Ollanta
Humala con la máxima distinción que otorga el Estado peruano y las más
ditirámbicas palabras, calificó como “estupideces” la exigencia del pueblo de
Cajamarca para que el gobierno dé un decreto o cualquier otra norma legal que declare
inviable el Proyecto Conga. Esta
calificación, tan vulgar como llena de odio de clase, ratifica el carácter antipopular
de ese partido, bien llamado partido de
los ricos.
Por otro lado, en los
principales diarios de Lima la empresa Yanacocha publicó un breve comunicado
firmado el 29 de noviembre del 2011 (La
República, 30/11/2011, p. 12) en el cual se presenta como vocera del
gobierno y promotora del diálogo y el desarrollo. Pero empecemos por su anuncio de llevar sus
dólares a otro país.
Como a Bolivia y a
Venezuela
Cuando el gobierno bolivariano
del Presidente Hugo Chávez y el del Presidente Evo Morales empezaron a
nacionalizar empresas de propiedad de las transnacionales del petróleo y de la
minería metálica, las amenazas transnacionales de retirarse de ambos países fue
tan estridente y bravucona que la derecha neoliberal de Venezuela, Bolivia y de
toda Latinoamérica anunciaba el fin de la economía de esos dos países
hermanos. Lo que ha ocurrido es que las
inversiones extranjeras no se han retirado.
Seguramente han disminuido, pero hoy pagan más impuestos por sus
ganancias y ambos estados tienen más ingresos porque son propietarios de no
menos del 50% de las acciones en cada caso.
¿Por qué no se fueron de
Venezuela y Bolivia? Primero, porque siguen
ganando por sus inversiones, no tanto como antes, pero lo suficiente para
mantener su posición, pues lo que han dejado de percibir en esos países lo
compensan con sus inversiones en otros países, como el Perú, donde los
gobiernos les entregan los recursos nacionales del Estado por insignificancias
en impuestos, salarios y en condiciones discrecionales que depredan el medio
ambiente a cuenta de supuestos apoyos a las comunidades donde operan sus
empresas extractiva y de exportación. Segundo, porque en su respectivo país de
origen ya no pueden operar con facilidad, pues las poblaciones donde se
encuentran las minas se oponen a la contaminación ambiental y el deterioro
irreversible del territorio, evidenciándose la gran mentira de que puede
existir minería “responsable” y hasta “limpia”.
Y tercero, en los países donde antes han operado las transnacionales,
especialmente en África, las riquezas
del subsuelo han sido tan explotadas que
sus reservas actuales ya no satisfacen las grandes inversiones y la consiguiente
ambición de altas tasas de ganancia.
¿Y por qué los empresarios
peruanos, la gran prensa y los mismos gobernantes, conociendo lo que acabamos
de mencionar, apoyan a la transnacional Newmont (y a todas las demás) en contra
de los intereses del país y de los pueblos del interior? En el caso de los mineros peruanos agrupados
en la SNMPE, la presencia de las transnacionales significa su supervivencia
como burguesía intermediaria que le permite seguir manteniendo su posición de
clase dominante en el Perú, ya que sin su alianza con el capital imperialista
no son nada, o tendrían un papel poco significativo en la estructura del poder
económico y político. En el caso de la
gran prensa (radio, TV, diarios), nada mejor que la presencia de las transnacionales
y otras empresas para obtener pingües ganancias
por publicidad para los dueños, conductores y propietarios de programas de radio y TV (¡qué
programas en la mayoría de los casos!). Y en el caso de los gobernantes, desde
el Poder Ejecutivo hasta el Poder Legislativo, porque confunden su función de
gobernar con el de administrar sus empresas, con excepciones que carecen de
importancia a la toma de decisiones, concordancia que no es nueva en la vida
republicana del Perú.
No puede sorprendernos que las
mineras hayan sufragado las campañas electorales de un grupo de actuales
parlamentarios, convertidos en verdaderos mercenarios de la política criolla,
que por eso es criolla nuestra vida política, incluso en los planos de los
gobiernos regionales y municipales.
Por supuesto que la misma
región Cajamarca hay grupos minoritarios que apoyan a la empresa
Yanacocha.. Son la pequeña burguesía de
comerciantes, hotelería y empresarios del turismo cuyos ingresos mejoran con la
presencia de capitales, sin importarles lo que pueda ocurrir en el futuro. Así ocurre también con la masa de
trabajadores de la empresa, ilusionados por el eventual trabajo en la minera,
aunque no tengan más derecho de quedarse tan pobres como estuvieron antes. Sin
protección social ni mucho menos de la salud.
El infame
comunicado de Yanacocha
La empresa minera en su
comunicado anhela “que se restablezca la tranquilidad y la paz social en
Cajamarca”; dice también que “siempre ha tenido disposición al dialogo”; señala
que “en relación con la población han existido desentendimiento y
enfrentamientos en el pasado”, pero que estaría dispuesta a “facilitar el
restablecimiento del diálogo y la recuperación de la confianza”. Concluye con el ofrecimiento de “transparencia
y respeto en beneficio de Cajamarca y el país”.
Se trata de un discurso plagado
de hipocresía. Primero, no tiene en
cuenta la exigencia justa del pueblo de Cajamarca y de la mayoría del Perú,
pues espera que haya tranquilidad para proseguir su Proyecto, interrumpido por
la lucha del pueblo; es decir, que el pueblo deje de luchar para que la empresa
siga imponiendo su dominio. Segundo, en
cuanto su disposición al diálogo, ya sabemos que su Proyecto Conga ha sido
aprobado mediante Estudio de Impacto Ambiental totalmente alejado de la realidad
y a espaldas de las comunidades y pueblos de Cajamarca, con la complicidad del
Ministerio de Energía y Minas y, por tanto, del gobierno. Tercero, El ofrecimiento de transparencia y
respeto no pasa de un cliché para engañar a los desprevenidos.
Pero lo que más convierte al
comunicado en inaceptable es la revelación del encargo presidencial o
gubernamental para que sea la misma empresa la que informe de su decisión de
suspender sus operaciones en el cerro Conga.
El Presidente Humala no puede o no quiere informar du su decisión
directamente, sino que lo hace a través de Yanacocha. El Presidente pone las fuerzas represivas
frente y en contra de la población, mientras Yanacocha escribe el discurso de
“persuasión”, evidentemente a su favor.
En síntesis, queda clara la
decisión gubernamental de mantener el Proyecto Conga. Para eso el gobierno lanza un pedido de
suspensión de la lucha que el comunicado expresa implícitamente. Con el pueblo desmovilizado puede darse un
retoque al EIA fraguado y, con abundante propaganda desde los medios de
comunicación, todo quedaría consumado para que Yanacocha no lleve sus
inversiones a otros países.
Felizmente el pueblo de
Cajamarca ha rechazado la “inteligente” propuesta de Yanacocha y del gobierno
del Presidente Humala Tasso, a lo que se une el crecimiento de la solidaridad
con la lucha del pueblo de Cajamarca.
Que
Yanacocha lleve su dinero a otra parte. ¡El señuelo de Yanacocha y del gobierno
no pasará!
Lima
30 de noviembre del 2011
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