viernes 17 de febrero de 2012
Un equipo internacional de investigadores, liderado por el
ecólogo y profesor de la Universidad Rey Juan Carlos Fernando T. Maestre,
concluye un estudio empírico cuyos resultados sugieren que la preservación de
la biodiversidad vegetal es crucial para frenar los efectos negativos del
cambio climático y la desertificación en zonas áridas. El trabajo se ha
publicado en la prestigiosa revista Science bajo el título “Plant species
richness and ecosystem multifunctionality in global drylands”.
Los resultados de este estudio indican que el número de
especies de plantas vasculares está directa y positivamente relacionado con el
funcionamiento del ecosistema, y que éste está inversamente relacionado con la
temperatura media anual, en zonas de clima árido, semiárido y seco-subhúmedo
(zonas áridas) de todo el planeta. Las zonas áridas constituyen uno de los
biomas más importantes a nivel mundial, ya que cubren el 41% de la superficie
terrestre, alojan al 38% de la población humana y tienen gran importancia para
el mantenimiento de la biodiversidad, al albergar el 20% de los principales
centros de diversidad de plantas y el 30% de las principales áreas de aves
endémicas a nivel global. Estos ecosistemas son también muy vulnerables ante el
cambio climático y la desertificación, dos de los principales problemas
ambientales a los que se enfrenta la humanidad.
Si bien existen evidencias de que la biodiversidad es un
factor importante para el correcto funcionamiento de los ecosistemas y que, por
lo tanto, aquellos en los que conviven más especies proporcionan más servicios
y funcionan mejor, este estudio es el primero en evaluar de forma explícita las
relaciones entre la funcionalidad del ecosistema y la biodiversidad bajo
condiciones naturales a una escala global.
El muestreo de campo ha consistido en una observación
directa de 224 ecosistemas naturales dispersos a lo largo de 16 países de todos
los continentes excepto la Antártida. Este trabajo ha sido completado por un
escrupuloso examen de más de 2600 muestras de suelo, llevado a cabo en los
laboratorios de las universidades Rey Juan Carlos (REDLABU), Pablo de Olavide
(Sevilla) y de Jaén, donde se han analizado 14 variables relacionadas con el
ciclo de elementos esenciales para la vida como el carbono, el nitrógeno y el
fósforo. Las variables evaluadas están directamente relacionadas con el
funcionamiento de los ecosistemas, así como con los servicios que nos prestan
(mantenimiento de la fertilidad del suelo, control de la erosión, regulación
del clima mediante la fijación de CO2 atmosférico, etc.), por lo que al
medirlas no sólo se estima el estado funcional de los ecosistemas, sino que se
obtiene información para poder identificar el inicio de procesos de degradación
de los mismos, que en zonas como las estudiadas pueden llevar a su
desertificación.
Los resultados obtenidos proporcionan evidencias empíricas
sobre la importancia de la biodiversidad para mantener y mejorar la
funcionalidad de las zonas áridas. La calidad y cantidad de servicios
ecosistémicos depende en buena medida de variables como las evaluadas, por lo
que los resultados obtenidos indican que el aumento del número de especies de
plantas puede mejorar la provisión de los mismos. Asimismo, y dado que la
desertificación a menudo comienza con la pérdida de la fertilidad del suelo,
dicho aumento puede también aumentar la resistencia del ecosistema frente a la
desertificación. En definitiva este trabajo pone de manifiesto la necesidad de
considerar la biodiversidad a la hora de conseguir ecosistemas más funcionales
y resistentes frente al cambio climático y la desertificación. En este sentido,
los resultados de este estudio indican que el calentamiento global que está
sufriendo el planeta disminuirá la funcionalidad de las zonas áridas, lo que
repercutirá negativamente en su capacidad de producir servicios clave para el
mantenimiento de la vida sobre el planeta. Es por ello que se puede contribuir
a minimizar las consecuencias negativas del mismo, y a promover la resistencia
de los ecosistemas frente a la desertificación, si se toman acciones decididas
para conservar y restaurar la biodiversidad vegetal.
La publicación de este estudio es la culminación de cinco
años de investigaciones, y de un esfuerzo colectivo en el que han participado
más de 50 investigadores pertenecientes a 30 instituciones de 16 países
diferentes. Todo este trabajo, coordinado y liderado desde la Universidad Rey
Juan Carlos (URJC) por el profesor Maestre, ha podido ser ejecutado gracias a
la financiación aportada por numerosos organismos públicos y fundaciones
privadas en los distintos países. Entre los fondos recibidos destacan muy
especialmente el proyecto BIOCOM, dirigido por Maestre y financiado por el
programa Starting Grants del Consejo Europeo de Investigación, así como la red
de investigación EPES, financiada por el programa Ciencia y Tecnología para el
Desarrollo (CYTED) y coordinada por el Catedrático de Ecología de la URJC
Adrián Escudero. El programa REMEDINAL, financiado por la Comunidad de Madrid y
liderado por el Dr. Escudero, permitió también el muestreo de distintas
parcelas en Australia y Estados Unidos.
Eviado por David Bayer
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