José Ramos Bosmediano.
El día 9 de
noviembre será recordado como un día de unidad de los pueblos de Cajamarca,
región recordada históricamente por ser el primer momento de la violenta invasión al Perú por las huestes de Pizarro en nombre de la Cruz,
del Rey y de la “misión civilizadora” de la conquista española en América
Latina.
A más de 500 años
de ese hecho, los pueblos de Cajamarca, como muchos otros del país que
enfrentan la nueva invasión del saqueo consentido por los gobernantes peruanos,
se han unido para realizar un PARO de 24 horas, compacto, consciente, preparado
desde muchos meses atrás. Los que gobiernan nuestro país, como siempre,
han pedido que el paro sea “pacífico”, es decir, que no haya enfrentamientos
con la policía, como si fuesen los que luchan quienes propiciaran los
enfrentamientos.
Un
Presidente que no recuerda su discurso en Cajamarca
Un día anterior, el
Presidente Ollanta Humala convocó al Presidente Regional de Cajamarca, el
profesor Gregorio Santos, para tratar el asunto. Está claro que el gobierno no está dispuesto
a ceder en nada que “afecte” los 4800 millones de soles de inversión de la
transnacional Newmont (USA) en el nuevo proyecto Conga, nueva explotación de
oro mediante la desaparición de las lagunas y vertientes de agua, amén de la
desaparición de las aguas de cabecera de cuenca de dicho cerro, casi de las
mismas características del cerro Quilish, en la misma Región y que viene
también siendo defendida por la población.
Nadie puede olvidar
que el candidato Ollanta Humala, cuando estuvo de campaña electoral en esa
región, una de las partes más aplaudidas de su discurso fue el ofrecimiento de
no permitir que las mineras destruyan las aguas y envenenen el medio ambiente.
Presionado ahora por los poderosos mineros y por periodistas de opinión comprometidos
con los grandes capitalistas que son los que pagan los avisajes en los
programas de TV, radio y diarios escritos; ilusionado también por los “grandes beneficios” que trae
la minería, ha optado, hasta hoy, por permitir la invasión del subsuelo para la extracción de
toda la plata y el oro atrapado en las profundidades de nuestro territorio. Si hubiese resuelto la suspensión definitiva
del proyecto Conga, también el Paro no ocurría; pero este se produjo con mucho
éxito de acatamiento.
Los diarios de
Lima, en los últimos días, dieron cobertura desmedida a los barones de la mina
agrupados en la lacaya Sociedad Nacional de Minería y Petróleo (SNMPE) que, con
toda desfachatez, afirma que quienes luchan para que la minería no se convierta en
la depredadora de la vida de la población peruana asentada en los lugares con
riqueza minera en el subsuelo, son “ignorantes”, “desinformados”, “antimineros”
y “enemigos del desarrollo del país”.
El FDAC
y la unidad del pueblo
El Paro
Regional del 9, para quienes seguimos de
cerca los acontecimientos nacionales, hubiese sido impensable si es que no
hubiese sido preparado adecuadamente, teniendo en cuenta la millonaria campaña
de la minera Newmotn – Yanacocha para desprestigiar al movimiento de defensa
del agua y la vida en Cajamarca, como
denomina esa población a su férrea defensa de las cabeceras de cuenca que
abastecen de agua para el consumo humano y para que se mantenga el ecosistema
para la agricultura, la ganadería y el propio clima cordillerano.
La preparación de
esa lucha no fue de días, sino de meses y desde el año 2010 en que se organizó
el Frente de Defensa Ambiental de Cajamarca bajo el liderazgo del ciudadano
Wilfredo Saavedra Marreros. Este
abogado, con una sensibilidad social pocas veces vista hoy entre los hombres de
esa profesión, ha venido luchando desde hace muchos años para organizar los
frentes de defensa en las provincias de Cajamarca frente a las funestas
administraciones regionales que han venido defraudando a su pueblo.
Teniendo en cuenta
que en Cajamarca el problema central en todos estos años del siglo XXI es la
presencia de la minera Yanacocha que saquea recursos y destruye el medio
ambiente, la población decidió organizarse para impedir que avance la
depredación de la región. Fundaron el FDAC con un lema que expresa los
sentimientos de la población, sus explicables y justificables temores frente al
futuro que les espera si se quedan quietos, como quisieran los dueños de la
minería y sus defensores bien pagados en los medios de comunicación. ¡Defender
el agua es defender la vida!, dice el rotundo lema del FDAC.
El trabajo del FDAC
ha sido persistente, no solamente realizando eventos de esclarecimiento, sino
de organización. Un Paro no ocurre
porque a alguien se le ocurre convocar.
Es el punto de llegada de un trabajo previo de forja de conciencia sobre
aquello que se defiende, por lo que se cree que es justo. Un mes antes del Paro del 9, hubo sectores
urbanos que se mostraban indiferentes y hasta propiciaron una división en el
pueblo fundando un nuevo Frente. Pero la
tendencia era hacia convertir el sentimiento de la población en un acto
concreto de lucha, y el Paro fue acatado con todo el entusiasmo de una
población cansada de sufrir la presencia prepotente de la minera Newmont- Yanacoha,
que, mediando un Estudio de Impacto Ambiental (EIA) aprobado por un ex
funcionario del Estado hoy al servicio de la minera, empezó su trabajo de
depredación en el cerro Conga.
Los
“antimineros” no existen
Una cosa es exigir
que haya un ordenamiento jurídico, territorial y de condiciones para ejecutar
proyectos de extracción de minerales sin afectar el medio ambiente ni reducir
las posibilidades para la agricultura, la ganadería y otras actividades que
sirven para garantizar la vida de la población asentada en las regiones y zonas
del país, otra es permitir que la extracción minera se realicen en donde quieran
y como quieran las empresas, sin importar el
futuro de la población afectada.
La primera actitud
es racional, justa, adecuada a los intereses de la población y del país. Mientras que la segunda es la irracional
actitud de los adoradores del libre mercado y de los saqueadores de nuestros
recursos naturales.
La palabreja de
“antimineros” es, pues, un uso abusivo, torpe y sucio del lenguaje para
defender lo indefendible, como lo hace casi todos los domingos un conocido ex
izquierdista de los años 70, de apellido Rospigliosi, desde el diario La República de Lima. Keikista – fujimoirista empedernido, ha sido
el que más ha escrito insultos contra los dirigentes de Cajamarca y de las
demás regiones del país que se enfrentan a las políticas entreguistas que
impuso la dictadura corrupta de Fujimori y Montesinos hace 20 años. Quien lo lee, nota claramente que su intención
es crear el miedo frente a la “huida” de las inversiones extranjeras, como lo
han anunciado en el caso de Bolivia y de Venezuela, sin que ello ocurra hasta
hoy.
Y un asunto que
merece un análisis especial es la actitud de los trabajadores mineros de
Yanacocha. Ausente en ellos una formación
sindical, sin conciencia de clase, miran solamente el salario miserable que les
pagan las mineras, sin derechos sociales ni garantías para seguir viviendo
cuando la minera se retire. No está
lejos la actitud de apoyo de los trabajadores mineros de la Oroya a una minera
que viene engañando al Estado peruano, dirigida desde su país de origen,
Estados Unidos. Pero esta es la
situación de nuestro proletariado minero, sumido en el estrecho marco del
economicismo, como también ocurre con la mayoría de los demás sectores
asalariados. Que los trabajadores de
Yanacocha se enfrenten a la población de Cajamarca que lucha por su derecho a
la vida, es parte de la estrategia de los grandes mineros y sus asesores de
imagen y de seguridad, lamentablemente peruanos.
Iquitos,
noviembre 10 del 2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario