Rechaza al proyecto Conga.

¡ IMPONER EL PROYECTO MINERO CONGA SIGNIFICA ENTREGUISMO, SAQUEO, CORRUPCIÓN Y ATENTADO CONTRA NUESTRA SOBERANÍA !. ¡ EL PUEBLO DIGNO EN LAS CALLES OTRA VEZ, LA LUCHA ES EL CAMINO EN DEFENSA DE LA VIDA Y EL MEDIO AMBIENTE!

domingo, 27 de noviembre de 2011

Presidente Ollanta Humala Tasso: ¡ A la derecha !, ¡ derecha !


                  José Ramos Bosmediano, educador, miembro de la Red Social para la Escuela Pública en las Américas (Red SEPA, Canadá), ex Secretario General del SUTEP (Perú)

No era necesaria la renuncia (obligada, por lo demás, por el propio Presidente Ollanta Humala) del Asesor Presidencial Carlos Tapia para darse cuenta del giro neoliberal, es decir, extremadamente derechista, del gobierno iniciado el 28 de julio del año que concluye.

Carlos Tapia no es un revolucionario, nunca lo fue.  Nunca asumió el socialismo revolucionario, marxista o inspirado en el marxismo.  Cuando fundamos la Izquierda Unida en 1980 para impulsar la lucha electoral con un programa de transformaciones sustantivas frente a la fracasada actuación de la derecha peruana que gobernó, y sigue gobernando, nuestro país, el señor Carlos Tapia se puso al lado del sector más moderado del frente izquierdista, de una corriente que podría haberse identificado como socialdemócrata, ideología que también asumía don Alfonso Barrantes Lingán. Los dirigentes de aquella corriente, como Carlos Tapia y el propio Barrantes, asumían su posición política con honestidad, la consideraban lo más adecuado para el Perú.  Carlos Tapia mantiene esa posición y por eso se ha comprometido con el proyecto del Partido Nacionalista Peruano bajo la jefatura del Presidente Humala Tasso. Y en este caso, también, lo hizo con la convicción de que un gobierno del PNP podría cambiar el rumbo del Perú: de un Estado neoliberal hacía un Estado nacional y soberano con desarrollo económico e inclusión social en el marco de una economía nacional de mercado.  Todos los colaboradores del actual gobierno que provienen de posiciones cercanas a la izquierda tomaron esa decisión con la misma convicción.  Sobre todo fue una convicción antineoliberal lo que unificó a ese sector progresista del país, que coincidió también con el apoyo de otros sectores de la izquierda revolucionaria y del pueblo que viene luchando por un país distinto.


El giro hacia la “Hoja de Ruta” de la segunda vuelta electoral.

Derrotadas en la primera vuelta electoral tres de las fuerzas más importantes de la derecha neoliberal y enfrentando a la más peligrosa y corrupta (el fujimontesinismo) durante la segunda vuelta, se entendió que el programa denominado de “la gran transformación”, definidamente antineoliberal, debería de adecuarse para captar el voto de esos sectores de la pequeña burguesía asustada ante la supuesta amenaza de que un gobierno de Ollanta Humala “les quitaría sus bienes” y hasta llevaría a sus hijos a Venezuela, según la opinión de un troglodita fujimorista, alejaría a los inversionistas y el país se sumiría en la oscuridad; especies que casi toda la prensa y sus periodistas difundían día y noche.  Los entrevistadores tipo Rosa María Palacios golpeaban incesantemente la agorera campana del “chavismo” en la cabeza de Ollanta Humala para que el contenido del mensaje derechista llegue a la población y produzca en aquel una corrida hacia la derecha. Esos periodistas, supuestamente independientes, mantienen la misma actitud frente al nuevo gobierno,  pues basta leer las columnas diarias de Álvarez Rodrich en La República de Lima para descubrir que su obsesión es persuadir al gobierno de la necesidad de “no alejar las inversiones”, que en realidad significa no tocar ni con el pétalo de una rosa el programa neoliberal.

Como era de preverse, la “Hoja de Ruta” se convirtió en el mejor camino para abandonar los aspectos centrales del programa político original.  En lugar de explicar adecuadamente cómo entender aquellos planteamientos, el PNP se desligó de ellos en aras de “un gobierno de concertación nacional”. Esta concertación no tenía mucho que ver con las aspiraciones democráticas y de justicia social de las mayorías oprimidas de nuestra patria.  Sin embargo, no  obstante su contenido bastante achatado, optamos por apoyar al nacionalismo en la segunda vuelta a efecto de derrotar a esa lacra fujimontesinista e impulsar los cambios a partir del pueblo organizado.

Nadie que entiende los problemas de la lucha política, como expresión de la lucha de clases, puede decir que las cosas evolucionarían como hubiésemos querido.  Mucho más en un país, como el Perú, donde la derecha neoliberal se ha consolidado y tiene casi todos los recursos a  su  favor para orientar los acontecimientos.  Se requiere una orientación firme, una organización cohesionada para persistir en el programa y derrotar al neoliberalismo.  Lo que viene ocurriendo con el gobierno del presidente Humala es todo lo contrario.  

La “Hoja de Ruta” es la ruta de la derecha neoliberal.

Las revelaciones de Carlos Tapia reflejan, acaso con un poco de despecho, la entraña autoritaria que anida en el gobierno del Presidente Humala.  Ya señalamos, en un texto anterior, el comportamiento amenazador del Ministro del Interior Óscar Valdés frente a los dirigentes y las comunidades que están luchando en Cajamarca para impedir que una transnacional minera  destruya el ecosistema del Conga y toda la cuenca que le es inherente. 

No hay hasta hoy ninguna política económica que reivindique los intereses nacionales frente a los de los grandes empresarios.  Son tantas las ganancias de las  empresas  extractoras y exportadoras de nuestros recursos naturales que los 3 mil millones de soles de impuestos a las sobre ganancias fueron aceptadas sin problemas.  Y no podía ser de otra manera supuesto el hecho de dejar intactas las condiciones leoninas de los contratos firmados por el fujimontesinismo, remachados, además, por el TLC con Estados Unidos que permite a las transnacionales seguir imponiendo sus condiciones al Estado a través de los juicios contra los “abusos” de este.  El Ministro del Ambiente,  Ricardo Giesecke, ha declarado, en realidad, la improcedencia del proyecto Conga, mientras el Presidente Humala sigue predicando la posibilidad de mantener  la unidad del oro con el agua. Si de gran transformación se habla, el punto de partida, la reivindicación de lo nacional, ha quedado al margen.

La prometida iniciación de la industria petroquímica y el fortalecimiento de las empresas estatales (ENAPU, PETROPERÚ) o la creación de una línea aérea de bandera, han sido, en el mejor de los casos, postergados.  Lo propio viene ocurriendo con la reivindicación del gas Lote 88 y el abaratamiento del precio de este combustible.

En lugar de crear un sistema nacional y único de salud se están implementando un programa  SAMU que fragmenta más ese servicio público, medida de tradicional corte demagógico, como el CLAS fujimontesinista, el AUS y el SIS del reciente gobierno de Alan García Pérez.

En agricultura, ningún signo de buscar el desarrollo de una agricultura que garantice la soberanía alimentaria y promueva el trabajo masivo y altamente productivo en el campo en beneficio de la gran masa campesina.  El crédito agrario estará, como siempre, al servicio de la nueva burguesía agraria exportadora.

En educación se persiste en la municipalización y privatización de la enseñanza a través de normas legales que deben ser derogadas, su fragmentación mediante programas paralelos para un mismo nivel, la continuación de las evaluaciones estandarizadas al margen del proceso de la enseñanza en las aulas, los llamados colegios Mayor y Emblemáticos, de factura elitista, programas de seguimiento para el logro de los aprendizajes convertidos en meros formulismos,  la permanencia de remuneraciones y pensiones miserables para los maestros; es decir, se insiste con la reforma educativa neoliberal con el señuelo del PEN y el inútil CNE.

En el marco de este viraje hacia el neoliberalismo, no sorprendería la separación, voluntaria u obligada desde la Presidencia de la República, de los más altos funcionarios progresistas, para ser reemplazados por otros de las filas de Julio Velarde, Presidente del Banco Central de Reserva, y de Miguel Castilla, Ministro de Economía y Finanzas, fiero guardián de las orientaciones del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional en el Perú.

A todo esto, un acto simbólico y de adecuación a la vez, al neoliberalismo político de vieja extracción oligárquica: la condecoración máxima de don Luis Bedoya Reyes, fundador del Partido Popular Cristiano a partir de la división que propiciara del Partido Demócrata Cristiano, en la década de los años 60 del siglo XX.  Para el Presidente Humala el jefe político más conservador en el Perú merece el homenaje de todos los peruanos.  Mejor prueba del giro derechista no puede haber.

Lima, 26 de noviembre del año 2011

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