Dr. Hugo SALINAS salinas_hugo@yahoo.com
Los países más
ricos en recursos naturales son los países más pobres en el mundo. Eso lo dice
el mismo Fondo Monetario Internacional (FMI). De otra manera se diría que, en
los países del Sur existe una relación inversa entre bienestar general y
riqueza de recursos naturales. Pero, ¿por qué insistir en repetir los desastres
del pasado y no abrirnos hacia el futuro?.
La actividad
minera fue practicada por la civilización Inka y pre-Inka. Y ninguno de los restos
de nuestros antepasados nos muestra evidencias de que el oro estuvo en el
origen de disputas y enfrentamientos. ¿Por qué, a partir de la invasión
española, tanto el oro como la riqueza de nuestros recursos naturales se han
convertido en una maldición para los pueblos del Abya Yala?.
En el origen del
problema se encuentra la Repartición Individualista, el mismo que genera un
mecanismo llamado Configuración Mundial.
¿Qué significa todo esto?.
En tiempos
modernos, la Repartición Individualista significa que la totalidad de las
utilidades que genera una actividad económica pertenece, única y exclusivamente,
al propietario de la empresa o a sus accionistas. Y como ellos son un pequeño
número de personas, el resultado del esfuerzo de todo un pueblo, presente y
pasado, es apropiado por una pequeñísima minoría. Este tipo de repartición,
incrustado en la actividad económica, modela el comportamiento del productor,
del consumidor y de toda la población: egoísmo, individualismo, generación de
dinero a partir del dinero, desprecio por el resto, ningún sentimiento de
patria ni de nación. Solo la apropiación individualista de la utilidad cuenta.
Y cuanto más, mejor.
Este principio
de repartición, en el interactuar de la producción de bienes y servicios,
genera la Configuración Mundial. Es un mecanismo complejo, sofisticado, inodoro
e incoloro. Sus elementos facilitan la transferencia de casi la totalidad del
valor agregado por los pueblos del mundo hacia el centro del aparato
productivo. Y dicho centro, actualmente, está constituido por las grandes
empresas multinacionales. Los ejemplos los tenemos a la vista pero no queremos
ver: la depredación del salitre, caucho, anchoveta, petróleo y, desde la
invasión española, el oro y la plata, han beneficiado al centro, y lo siguen
haciendo en desmedro de los pueblos que poseen los recursos y trabajan en su
extracción con salarios de miseria.
Baste un
ejemplo. Pinochet vendió a la Exxon Minerals Inc. el complejo minero Las Condes por un monto
cercano a los 98 millones de dólares. La Exxon explotó la mina durante 24 años
sin pagar ningún impuesto al Estado Chileno. Durante el gobierno de Lagos, la
Exxon vende la mina a una empresa angloamericana por el monto de 1,300 millones
de dólares. Golpeado de un espíritu nacionalista, Lagos, el presidente de
Chile, exige 400 millones por el concepto de impuestos. El presidente de la
Exxon viaja a Chile para decir que según los contratos firmados por ambas
partes, la Exxon no está obligada a pagar ni un centavo. Vuelto a revisar los
contratos que blindan a las multinacionales, en efecto, la administración Lagos
acepta la interpretación del presidente de la Exxon. En otro sobresalto de
nacionalismo, Chile quiere recuperar solamente el 49% de la mina. Y la
multinacional angloamericana exige 6 mil 700 millones de dólares. Es decir,
después de 24 años de explotación, la mina ya no vale 98 millones sino 13 mil
674 millones de dólares. Son las venas abiertas de América Latina, como diría
Eduardo Galeano.
Por
consiguiente, lo que se tiene que hacer es, primero, optar por una moratoria de
los proyectos de actividad extractiva de las empresas multinacionales. Segundo.
Revisar los Estudios de Impacto Ambiental de las empresas multinacionales extractivas
en ejecución. Tercero. Comenzar a suministrar, en forma prioritaria, los Bienes
de Necesidad Básica que requiere la mayoría de la población (vivienda,
educación, salud, transporte) a través de empresas de nuevo tipo. Cuarto. Es
urgente igualmente pensar en futuro y no seguir encadenados a actividades que
corrompen a comunidades campesinas, gobierno en todos sus niveles,
congresistas, periodistas e intelectuales. Ellos traen corrupción,
enfrentamientos de hermanos contra hermanos, y destrucción del medio ambiente.
Entonces, la
moratoria de proyectos de actividad minera, petrolera y gasífera debe servir
para apoyar frontalmente el desarrollo de la actividad económica que genere
mayor valor agregado y brinde un mejor cuadro de vida a toda la población. Se
trata de la economía inmaterial. Los países del Norte ya lo están practicando,
mientras nos imponen actividades extractivas con todo los efectos perversos que
trae consigo. A nosotros de decidir nuestro futuro.
Además, existe
capacidad de financiamiento interno para crear empresas de nuevo tipo (las
empresas-país). Es completamente falso que solamente con la inversión
extranjera se pueda hacer empresa. Las crisis continuadas de los países del
Norte nos están indicando, con toda claridad, que vivimos una economía
financiera basada en el crédito. Y cuando el crédito interno es orientado a
actividades productivas no existe ninguna posibilidad de inflación. Se puede
crear riquezas sin necesidad de la inversión extranjera.
Debemos, desde
ahora, construir una nueva sociedad basada en una nueva economía. Creemos las empresas-país
basadas en el financiamiento del país a fin de que sus utilidades se reviertan
a todos por igual. Es urgente llegar rápidamente al pleno empleo e incrementar
aceleradamente el salario mínimo hasta alcanzar el estándar internacional.
Basta de individualismo. Construyamos una economía de bienestar general. Es
posible y es necesario.
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